lunes, 15 de marzo de 2010

Al otro lado de la ventana

Nadie los mira por mas de un par de segundos, solo yo; pasadas las 8 de la noche se dejan ver por mi ventana, allá en lo bajo de la plaza Mitre, un puñado de desdichados pasea su infortunio en la penumbra mas oscura. No se realmente qué me provoca verlos, algo de culpa desde luego, sin embargo nunca he tenido el impulso de bajar y ofrecerles siquiera un vaso de agua.
Cuando el sueño termina por vencerme, ellos todavía aguantan de pie, esperando el milagro probablemente, o quizá no esperando nada, sólo el amanecer.
Siempre me llamó mucho la atención aquella resignación, viven y actúan como si no hubiese un mundo mejor, o peor aún concientes de su existencia pero entregados a la vacilación del destino.
Nunca estuve muy seguro de si era yo en parte culpable de aquello, pero no tenía ninguna duda de que inocente no era; pero bueno, suficiente consuelo para mí.
Recuerdo que de chico solía jugar a la pelota allí, pero nunca hasta aquellas horas, todos sabíamos que a partir de las 8 la plaza no nos pertenecía; confieso que en aquellos tiempos mi humanidad era más objetiva, hoy suelo amoldarla hasta encontrar la forma más conveniente. En ese entonces me había prometido a mi mismo hacer algo, lo que fuese necesario para evitar tanta calamidad al otro lado de mi ventana, hoy comprendo que las promesas que se hacen a los niños no siempre es necesario cumplirlas, aunque a veces pienso que debería hacerlo y he considerado seriamente mudarme al 2do C, cuya ventana da a un patio interno.

5 comentarios:

  1. Buena reflexión, pero crees que al mudarte de departamento, ¿ no verás lo mismo desde otra ventana ?...

    Saludos.

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  2. a mi tambié me gusta tu blog, escribes muy bien, y hay un atisbo de historias, adelante con la novela magnífica, la encotnarás si quieres, supongo.
    saludos

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  3. Esta muy bueno, me gustó..
    Creo que te seguiré para ver que otras cosas se ven desde esa ventana ;)

    Saludos

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  4. Muy buena reflexión.
    Son comunes esas vueltas de la cabeza ante escenarios como ese, y es cierto lo de la cobardía implícita que tienen nuestros actos frente a la miseria ajena.
    Hace tiempo escribí una canción bastante simple, que en una parte decía algo así:

    "Revolviendo hambre a la luz
    de miradas que a ver no aprenden,
    heredó la sombra, la cruz
    y la sangre de los sinsuerte."

    Tal vez la suba al blog, fue mi forma de reflexionar ante un chico que sólo pedía un café con leche o algo para comer mientras a su lado, otros aspiraban poxi.

    Saludos

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  5. buena max, hay que saber reconocer cuando uno no tiene cojones y quiere mirar para el lado.

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