domingo, 25 de octubre de 2009

Vigilia productiva

Otra vez yo; menos nostálgico, menos melancólico, menos yo.
En fin, heme aquí de nuevo, son ya casi las 3 de la mañana y estoy en medio de una vigilia que parece interminable.
A estas horas la caja boba debería de ayudarme a conciliar el sueño (entiéndase por caja boba un plasma de 30 y pico de pulgadas que lo deforma todo); pero no, nada de eso sucede, parece ser que en las madrugadas la tele se pone interesante, un tipo ofrece una juguera que saca lo mejor de cada alimento, frutas y verduras enteras se convierten en sustancias irresistibles, cómo negarme a ese jugo de berenjena que acaba de tomar de un sorbo aquel tremendo suertudo!!
Tuve que cambiar de canal, me enfurecía la idea de tener que comer mis verduras en estado sólido, pero lo mejor estaba por llegar, un gordito nos mostraba el alma y contaba tremendas vivencias por las que tenía que pasar tan solo por ser eso, un gordito. Pero quédense tranquilos amigos que la historia tenía final feliz, el tipo pudo bajar 20 kilos en 3 semanas gracias a un aparato de abdominales que se enchufa en la panza… escucharon bien! Se enchufa, no hay esfuerzos! Vieran los cuadraditos que saco ese cristiano!!
Bueno, ya son las 7… no he dormido nada pero en 2 semanas prometieron que tendré en la puerta de mi casa la juguera y el “electrofort”, vaya suerte la mía.

sábado, 24 de octubre de 2009

Yo

Tan conciente estoy de mi demencia que me hace dudar de su existencia; quizás preferiría no estar ni enterado y vivir mi vida como un verdadero loco, un alienado con plena entidad. Pero no, soy sumamente conciente de mi irracional perspectiva, lo cual me confunde aún un poco más.
Es que verdaderamente envidio a aquellos que pueden delirar con convicciones tan firmes, yo siempre estoy encontrando cierta lógica a mis disparates. Quisiera en cambio ser de esos que ven al mundo como una genuina demostración de que el absurdo es realmente omnipresente, pero ellos están a salvo, ellos lo miran desde arriba.
Es que cuando logre ver al mundo como el escenario de una gran tragicomedia y no entienda el por qué de su secuencia, recién ahí, en ese entonces, mi demencia será legítima.
Mientras tanto solo tendré que conformarme con estos pocos momentos de lucidez (o desvarío según parece).